sábado, 26 de enero de 2013

Madison Avery y los Carontes


Puede que algunos de vosotros (las dos o tres personas que leéis mi blog) no hayáis leído el libro de relatos cortos de varias autoras llamado "Noches de baile en el infierno", así que os pondré en antecedentes. Las historias versaban sobre "pequeños contratiempos" que ocurrían en lo que podemos denominar los típicos bailes de instituto americano. Salvo por los ángeles, los demonios, los novios zombies y algunos vampiros más viejos que los EE. UU., claro. Quitando eso, todo normal.
El relato que da nombre a esta entrada me pareció especialmente bueno y me indigné al terminarlo, porque me parecía que estaba total y absolutamente inacabado. Aquello no era un relato corto ¡era una auténtica canallada para el lector! Afortunadamente, Kim Hurrison lo sabía y no dudó en escribir una trilogía para acabar con la frustración de los enganchados a su historia: la saga de Madison Avery.
Madison es la protagonista y narradora de todo lo que ocurre a lo largo de los tres libros. Es una californiana brutalmente buena con la fotografía, aunque con tendencia a combinar la ropa de un modo ciertamente digno de estudio en relación con el daltonismo. Acaba de entrar en un nuevo instituto y, de momento, no le está yendo muy bien en la parte social. Además, está muerta, más o menos. Resulta que fue exiliada desde su adorada California a casa de su padre en algún lugar indigno de aparecer en los mapas (no seamos malos e ignoremos cualquier similitud con Crepúsculo, la historia lo merece) porque su madre se cansó de sus escapadas y de su tendencia a terminar en el despacho del director. El día en que cumple diecisiete años coincide con el baile del instituto, una cita pésima y un tío cañón que resulta ser un caronte oscuro... Al final de la noche, Madison termina sobreviviendo a un accidente de coche pero muerta bajo la espada del guaperas que se hacía llamar Seth.
De todos modos, algo en ella parece ser diferente, porque su espíritu se vuelve sólido cuando está cerca del caronte oscuro... o, para ser más exactos, de su colgante. Como es una auténtica americana, práctica hasta la suela de sus zapatos amarillos, Maddy se toma las cosas como vienen, le roba a Seth su colgante y huye  despavorida hasta que Barnabas (un caronte blanco) y su jefe se apresuran a auxiliarla. Y así es como Madison se mete en el lío más impresionante de su vida.
Resulta que en la realidad del día a día hay más de lo que los humanos de a pie sabemos. Entre el cielo y el suelo se libra una batalla entre la luz y las tinieblas en la que no está muy claro cuál de ambos bandos es el bueno. Los carontes oscuros tienen como objetivo acabar con las vidas de ciertos objetivos, mientras que los carontes blancos dedican su vida a impedírselo, de modo que para empezar Madison no tiene reparos en unirse a Barnabas y Ron (también conocido como Cronos, el guardián del tiempo de los carontes blancos) mientras descubre cómo utilizar su colgante y trata de encontrar el modo de recuperar su cuerpo para volver a la vida, algo que no va a resultar sencillo dado que Seth huyó con él de la morgue después de que le robara el amuleto.
Pero las cosas se complican a medida que Madison va descubriendo la verdad de lo que la rodea. En primer lugar, está el hecho de que los carontes oscuros arrebatan la vida a gente que está apunto de perder su alma: salvan las almas inmortales a costa de las vidas finitas de sus dueños. Sus acciones se basan en el conocimiento del destino, mientras que las intervenciones de los carontes blancos se basan en el libre albedrío y por ello asignan ángeles de la guarda a los objetivos para impedir que sean "salvados". Para Maddy es fácil darse cuenta de que el sistema no funciona: salvar el alma a costa de la vida le parece terrible, pero ¿la vida a costa del alma? Eso es imperdonable, a pesar de que ella no cree en el destino ¿O sí?
El otro descubrimiento que cambia las tornas es que el amuleto que le robó a Seth no es el de un caronte; de hecho, Seth no se llama Seth, sino que es el del jefe de los carontes oscuros, lo cual es un problema serio porque significa que Ron ha estado mintiendo tanto a Maddison como a Barnabas desde el principio, que ella podría ser la próxima guardiana del tiempo de los carontes oscuros y que el equilibrio entre la luz y la oscuridad, el destino y el libre albedrío, se ha roto. Madison tendrá que aprender a utilizar su amuleto, encontrar su cuerpo, demostrar que el destino no es inalterable y encontrar el modo de restablecer el equilibrio, todo ello mientras asiste al instituto e intenta aplacar las sospechas de su padre ante su evidente falta de apetito ahora que su amuleto le proporciona una ilusión sólida que, evidentemente no necesita comer. ¿Quién dijo que salvar el mundo sería fácil?


La trilogía me ha gustado mucho, aunque al habérmela leído en inglés no puedo decir nada sobre la calidad de la traducción. De hecho, creo que aún no está disponible en nuestro idioma, pero todo se andará. Como siempre, Kim Hurrison proporciona personajes con gran atractivo, una buena dosis de sarcasmo y comentarios ingeniosos para parar un tren. Esta saga me gusta especialmente porque, además de entretener, ahonda en temas tan profundos y controvertidos como el destino y el libre albedrío. En el universo que Maddy nos descubre hay un equilibrio entre ambas fuerzas, de tal modo que nuestro destino queda determinado por las elecciones que tomamos y, por ende, no es inamovible. Como hace años que llegué a esa misma conclusión, me alegra encontrar a alguien que la comparte. La historia me parece muy buena, aunque las tres novelas son tan cortas que algunas partes resultan un poco confusas y otras quedan explicadas de manera muy vaga, dejando algunos hilos sueltos.

Cabos sueltos o no, realmente merece la pena leerse esta saga. Como muchas narraciones en primera persona, propicia que nos sintamos muy cerca de lo que Madison piensa y siente, dando lugar a escenas preciosas desde el punto de vista literario. Le doy un ocho  medio sobre diez por esos cabos sueltos y por la falta de un epílogo en el que nos cuente aunque sea por encima lo que pasó después, pero realmente la recomiendo.



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