Hacía mucho que no podía leer algo no relacionado con mi carrera, y aún más que no reunía tiempo y ganas como para escribir algo que colgar en el blog, aunque fuese solamente un pequeño relato.
Por fortuna o por desgracia, este verano ha traído largas noches de insomnio en las que no he tenido más remedio que refugiarme en otras historias con finales más brillantes que la mía. Vamos, que he tenido la oportunidad de leer un poco de todo, libros buenos y regulares e, incluso, alguno malo. También he tenido tiempo de releer una historia de esas que tocan mi fibra excesivamente sensible y que ponen mi mundo patas arriba. Es decir, que me he leído "Contra el viento del Norte" y su continuación, "Cada siete olas". Advierto que ahora mismo estoy hipersensible y que, por tanto, todo lo que yo he percibido en estas dos novelas lleva una gran carga de subjetividad.
Emmi Rothner y Leo Leike eran dos personas destinadas a no encontrarse y a llevar vidas grises. Sin embargo, gracias a un error ortográfico al intentar dar de baja la suscripción de su madre a la revista Like, Emmi le envía a Leo por error un primer correo electrónico que desembocará en una de las historias románticas más bonitas sobre las que he tenido el gusto de leer. Casualmente, ambos viven en la misma ciudad, tienen edades cercanas y sienten debilidad por el buen vino.
Lo más característico de estas novelas es que se nutren exclusivamente de correos electrónicos. Todo lo que ocurre es de palabra, al menos en un 85% de la historia. Emmi y Leo se envían correos ingeniosos, correos absurdos, correos airados, correos apasionados, correos tiernos, tristes, derrotistas, optimistas...Comparten todo un espectro de emociones y registros que hace que la lectura sea muy ligera y muy profunda al mismo tiempo. Esta es la historia de dos personas que se conocen al revés, empezando por sus almas.
No obstante, pese a lo mucho que me guste, es también la historia de dos personas que encuentran a su alma gemela contra todo pronóstico, cuando ya tienen sus vidas hechas... y ponen todo de su parte para no estar juntas. Cualquier excusa es buena, desde el miedo a que su amor no sobreviva a un encuentro "real" hasta escudarse en una nobleza mal entendida que impide que sean sinceros con sus parejas y pongan punto final a una frase acabada. Son novelas muy frustrantes en este sentido, pues es obvio para el lector y los implicados que la solución a todos sus problemas pasa por estar juntos... y se empeñan en no hacerlo y en regodearse en sus vidas grises.
Aquí van un par de citas
«¿La amas?», preguntaste. Sí, la amo cuando está conmigo. O digámoslo de otro modo: la amaría si estuviera conmigo. Pero no lo está. Y yo no puedo estar con ella cuando ella no está conmigo.
Quiero vivir con la mujer que amo. Vivir y amar, las dos cosas al mismo tiempo. Nunca una sin la otra.
Tú eres la única que está cerca de mí aunque no esté conmigo, pues yo también estoy con ella cuando ella no está conmigo.
Quiero vivir con la mujer que amo. Vivir y amar, las dos cosas al mismo tiempo. Nunca una sin la otra.
Tú eres la única que está cerca de mí aunque no esté conmigo, pues yo también estoy con ella cuando ella no está conmigo.
En la palma de mi mano izquierda, más o menos en el centro, donde la línea de la vida, surcada por gruesas arrugas, dobla hacia la arteria, allí hay un punto. Lo examino, pero no puedo verlo. Lo miro fijamente, pero no se deja sujetar. Sólo puedo tocarlo. También lo noto con los ojos cerrados. Un punto. La sensación es tan intensa que me da vértigo. Si me concentro en él, su efecto se expande hasta los dedos de los pies. Me produce hormigueo, me hace cosquillas, me da calor, me excita. Estimula mi circulación, dirige mi pulso, determina el ritmo de los latidos de mi corazón. Y en la cabeza surte su efecto embriagador como una droga, amplía mi conciencia, extiende mi horizonte. Un punto. Tengo ganas de reír de alegría, por lo bien que me hace. Tengo ganas de llorar de felicidad, porque lo poseo y porque me embarga y me colma hasta la médula. Querida Emmi, en la palma de mi mano izquierda, donde se encuentra ese punto, esta tarde —debían de ser aproximadamente las cuatro— tuvo lugar un incidente en la mesa de un café. Mi mano iba a coger un vaso de agua, cuando vinieron de frente los dedos ligeros de otra mano más suave, intentaron frenar, intentaron evitarla, intentaron impedir la colisión. Por poco lo logran. Por poco. Durante una fracción de segundo, la delicada yema de un dedo que pasaba volando fue arrollada por la palma de mi mano que iba a tomar el vaso. Ello dio como resultado un leve roce. Lo he grabado en mi memoria. Nadie me lo quita. Te siento. Te conozco. Te reconozco. Eres la misma. Eres la misma persona. Eres real. Eres mi punto.
«Me gustas». Te lo digo con 0,0 de alcohol en sangre. Es bonito verte. Eres hermosísima. Y por suerte puedo echarte un vistazo a cualquier hora. No sólo tengo mil impresiones de ti, también tengo una impronta tuya. Tengo un punto de contacto en la palma de mi mano. Puedo contemplarte en él. Hasta puedo acariciarte. Buenas noches.
«Me gustas». Te lo digo con 0,0 de alcohol en sangre. Es bonito verte. Eres hermosísima. Y por suerte puedo echarte un vistazo a cualquier hora. No sólo tengo mil impresiones de ti, también tengo una impronta tuya. Tengo un punto de contacto en la palma de mi mano. Puedo contemplarte en él. Hasta puedo acariciarte. Buenas noches.
Como he dicho, estas son unas novelas preciosas, rapidísimas de leer y llenas de pasajes maravillosos. Probablemente no he leído nada más romántico que el "punto de contacto" que está en el centro de la palma izquierda de la mano de Leo.
La idea inicial del autor era que no hubiese un final feliz. Quería que fuese realista y, al parecer, su visión del realismo lleva implícita que la gente es imbécil y que las personas son capaces de privarse de la felicidad e, incluso, de privar a su alma gemela de la felicidad con tal de hacer lo que es socialmente correcto, en lugar de meditar sobre lo que es moralmente correcto. Si tuviera que describir su historia en una sola frase, diría que es la de dos personas que intentan destruir su hilo rojo a toda costa en lugar de alegrarse por haber encontrado eso tan esquivo y maravilloso que es el amor verdadero
No sé qué más decir. Estos libros son preciosos, pero muy tristes, lo que cuadra con mi estado de ánimo, que no es precioso, pero sí muy triste. Les doy un nueve, creo, pero tal vez se merezcan más nota.